Tu vecino, tu compañero de trabajo o cualquier familiar te vigilan. Cuidado con lo que haces. Todos somos presuntamente culpables.
Cuando iba al colegio uno podía asumir cualquier insulto -tonto, bobo, corto, empollón o redicho-, excepto el de chivato o acusica.
En la tendencia de ir dando pasos atrás, el Ministerio de Empleo recupera ahora la delación como método de amedrentamiento social mediante un sistema de denuncias anónimas contra el fraude laboral.
El Gobierno de Rajoy vuelve a entronizar a los acusicas. Y todo con la máxima discreción: "El comunicante no tendrá que aportar ningún dato personal", tranquiliza el Ministerio.
Las leyes, evidentemente, están para cumplirlas. Pero es inaceptable que sea el Estado el que delegue esa responsabilidad en los ciudadanos. ¿Acaso no cuenta con supervisores para ejercer esa función?
¿Cuántas de esas delaciones se basarán únicamente en el rencor?
Guillermo Rodríguez, El Huffington Post, 7/08/2013

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